En mi primer vuelo a Osaka, casi no pasé tiempo en esta ciudad. En su lugar, visitamos la ciudad de Kyoto.
El viaje en tren que nos resulto bastante largo, aunque nuestro jetlag rara vez nos permite buenos parámetros de tiempo. Lo cierto es que el tren directo puede tardar entre media hora y 40 minutos. Nosotras hicimos una conexión (pues a ese horario era el único tren a kyoto que conseguimos), y nos tomo aproximadamente una hora.
Kyoto es una importante ciudad de Japón, localizada en la parte central de la isla de Honshu. Es la capital de la Prefectura homónima y tradicionalmente también ha sido considerada capital de la Región de Kansai.
Su importancia histórica se debe al hecho de que entre los años 794 y 1868 constituyó la capital de Japón, acogiendo la sede de la Corte imperial y otras instituciones. En el año 1868 el emperador Meiji decidió trasladar la sede de la corte a Tokio, quedando la ciudad definitivamente en un segundo plano. Durante la Segunda Guerra Mundial fue la única gran ciudad japonesa que no resultó bombardeada por la Fuerza aérea estadounidense. Por esta razón, a día de hoy sigue constituyendo una de las importantes urbes japonesas, con un rico patrimonio histórico, artístico y arquitectónico.
Su patrimonio histórico y monumental, y sus diversos espacios escénicos y culturales la convierten en un importante centro receptor de turismo (tanto nacional como internacional). Entre sus monumentos más representativos se encuentran el Palacio Imperial, el Castillo Nijō, el Kinkaku-ji y el Ginkaku-ji, o el Santuario Heian y el Fushimi Inari-taisha, además de otros muchos.
Si bien ir caminando por la ciudad, es como ir pasando de monumento en monumento, vale destacar:
El Palacio Imperial de Kyoto: es el último de los palacios imperiales construidos en o cerca de la parte nororiental de la antigua capital de Japón después del abandono del Palacio Heian. Este último estaba ubicado al oeste del actual palacio, durante el periodo Heian. El palacio perdió muchas de sus funciones durante la Restauración Meiji, cuando la capital se cambió a Tokio en 1869. Sin embargo, la coronación de los emperadores Taisho y Showa se llevó a cabo en el Palacio de Kyoto.
Fushimi Inari-taisha: Probablemente una de las imágenes más emblemáticas de Japón. Es el principal santuario sintoísta dedicado al espíritu de Inari, y situado en Fushimi-ku, uno de los distritos de Kyoto. El santuario se encuentra situado en la base de una montaña también conocida como “Inari”, que incluye varios senderos para llegar a otros santuarios más pequeños.
Desde las épocas más antiguas de Japón, Inari era vista como patrona de los negocios (en tanto que cada Torii* existente en el santuario ha sido donado por algún hombre de negocios japonés) aunque Inari en primer lugar fuera diosa del arroz. Los comerciantes y artesanos ofrecían culto a Inari a cambio de obtener riqueza en sus negocios, por lo que donaban numerosos torii que actualmente forman parte de la vista panorámica del templo. De este famoso templo se dice que posee más de 32000 pequeños torii, llamados santuarios.
* Torii: es un arco tradicional japonés o puerta sagrada que suele encontrarse a la entrada de los santuarios sintoístas, marcando la frontera entre el espacio profano y el sagrado. Consisten en dos columnas sobre las que se sustentan dos travesaños paralelos, frecuentemente coloreados de tonalidades rojas o bermellones.
Las Maiko.
En aquel viaje, no pudimos controlar nuestro fanatismo por el maquillaje y los vestidos, y nos adentramos en una tradición muy local en la zona de Kyoto. Por toda la ciudad, ofrecen la posibilidad de vestirse de Maiko.
Una maiko es una aprendiz de geisha. Es la maiko, con su blanco maquillaje, peinado y kimono elaborados, quien se ha convertido en el estereotipo de la “geisha” para los occidentales.
La apariencia que los occidentales relacionan con la de una geisha es más bien la de una maiko, con su pesado maquillaje blanco, su complicado peinado y su colorido kimono, pues mientras mayor es la geisha, más sencillo es su atuendo, su peinado y su maquillaje. Las geishas solo usan el maquillaje blanco en ocasiones muy especiales.
El entrenamiento de Geisha consta de distintas etapas. La primera etapa de capacitación se llama shikomi. Durante esta etapa trabajan como sirvientas. El trabajo es difícil con la intención de “hacer” o “romper” a las nuevas niñas.
Una vez que se vuelve competente en las artes de una geisha, y aprueba un último y difícil examen de danza, es ascendida a la segunda etapa de formación: minarai. Las minarai son relevadas de sus tareas domésticas y se centra en entrenamiento de campo. Asisten a banquetes y distintos eventos para aprender de Geishas mas experimentadas. Deben aprender habilidades como la conversación, los juegos de azar y el ritual del té.
Después de un breve período, la tercera (y más famosa) etapa de formación comienza, llamada maiko. Las maiko son aprendices, y esta etapa puede durar años. Ellas aprenden de sus geishas mentoras y las acompañan a todos sus compromisos. Durante esta etapa, aprenden la manera correcta de servir el té, tocar shamisen, y bailar. También deben aprender la charla casual, para futuras invitaciones a más reuniones y casas de té.
Hay distintos paquetes para turistas, que van desde un sencillo atuendo hasta los mas elaborados, con pelucas, maquillaje y hasta fotografía profesional incluida. Todo depende de cuantos Yen uno este dispuesto a pagar. También ofrecen los atuendos mas sencillos en alquiler, para salir a pasear por la ciudad y tomarse fotos en los lugares turísticos.
A pesar del jetlag, fue una experiencia muy divertida. Sin dudas me encantaría tener la posibilidad de volver a esta ciudad para apreciar más de sus vistas… ¡Inshallah!*
Inshallah: Frase en árabe que significa “si Dios quiere”, utilizada como una muletilla en medio oriente. El significado del término no denota la profesión de una religión determinada.