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Turquía, la verdadera cuna de los tulipanes

por Lucy Sanzio

El tulipán suele estar asociado con Holanda, uno de sus grandes productores mundiales, con sus jardines y parques tapizados de esta flor.

Pero sus raíces se encuentran lejos del norte de Europa. Hay que ir a buscarlas a Turquía, donde esta flor es admirada y reflejada en toda clase de expresiones artísticas desde que llegó desde los valles de la antigua Persia.

Desde la Edad Media

La corte de los selyúcidas, entre los siglos XI y XIII, tenían a esta flor en un sitio de privilegio y en esos años ya se producían artesanías y obras de arte inspiradas en esta flor. La fiebre especulativa en torno al tulipán arruinó la economía de los Países Bajos a mediados del siglo XVII

Uno de sus grandes admiradores fue el sultán otomano Selim II, quien en 1574 encargó 50.000 bulbos para sus jardines palaciegos, e importó otros 300.000 de la variedad Kefe Lale para el palacio de Topkapi.

Palacio de Topkapi

Las tulipomanías

Este fue el momento cumbre de la tulipomanía que se inició en los tiempos del sultán anterior, Solimán el Magnífico, y que llevó a que esta flor ocupe un lugar de honor tanto en la corte otomana como en la cultura popular. Pero no fue la única tierra obsesionada con su elegante forma y vistosos colores.

El embajador de los Hasburgo en Constantinopla, Ogier Ghislain de Busbecq, llevó un buen cargamento de bulbos a su hogar en Viena y luego a los Países Bajos.

Era 1554, y más que un motivo ornamental el tulipán se convirtió en un valor económico, que un siglo después generó un espiral especulativo que causó que un bulbo sea más valioso que una casa.

En 1637 la burbuja del tulipán estalló y condenó a miles de comerciantes e inversores a la ruina. Alejandro Dumas en ‘El tulipán negro’ lo explica con todo detalle en medio de una apasionante lucha política.

La flor nacional de Turquía

El tulipán es el símbolo del país: se lo encuentra en los billetes, en el logotipo de la agencia de turismo y en la campaña para promover los Juegos Olímpicos en Estambul. Obviamente, es su flor nacional.

Se dice que el vestido de los derviches al girar adquiere la forma de sus pétalos, y su silueta se ve en los pequeños vasos donde los turcos beben un té tras otro.

Explosiones de color

Todavía hay tiempo de ver los parques de la capital histórica de Turquía tapizados de tulipanes, pero la época recomendada es en la primavera. Y si se trata de buscar una fecha, lo mejor es que coincida con el Festival de Tulipanes de Estambul, que se celebra en varios parques de la ciudad. Y no desde hace poco, sino que proviene de una tradición de 400 años.

El Parque Emirgan cuenta con tres millones de bulbos que florecen cada primavera, una cita que los turcos esperan desde hace más de 400 años. Alrededor de 20 millones de bulbos se plantan para la ocasión. De todos ellos, nada menos que unos tres millones de 190 variedades diferentes se concentran en este parque.

Esta zona verde se encuentra en el lado europeo, al norte de la ciudad, en una barranca natural que desciende hasta el Bósforo.

Otro parque donde los tulipanes emergen como un manto de colores es el Sultán Ahmet, donde hace tres años se elaboró una alfombra de estas flores tan grande que batió un récord mundial todavía vigente.

En el lado europeo están los parques Gülhane y Yıldız. El primero transcurre junto a las murallas de Palacio de Topkapi y el segundo está muy cerca del Palacio de Dolmabahçe, la residencia de los últimos sultanes.

Cruzando al sector asiático hay que ir al parque Çamlıca Hill, donde los tulipanes crecen en una cuesta que agota las piernas, pero que despliega hermosas vistas de la ciudad vieja, aquella capital imperial que hace siglos admira la delicada belleza de esta flor.

Fuente: tendencias.hoy

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