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Alto Valle del Río Negro tierra de manzanas

por Eri Bod

Alto Valle del Río Negro tierra de manzanas. El Alto Valle del Río Negro se caracteriza por plantaciones de peras y manzanas, viñedos australes y cervecerías. Parte de la propuesta al visitante incluye participar, aprender y ser testigos de las tareas rurales, la cosecha y la producción de sidras y alimentos regionales, rodeados de un hermoso paisaje.

El valle del Río Negro es una zona de 100 kilómetros entre Neuquén y Chichinales que va bordeando el norte del curso de agua, un lugar privilegiado, zona frutihortícola por excelencia.

La ruta de la manzana en Río negro

Rojas, jugosas y lustrosas, las manzanas de Río Negro son ya una marca registrada en el mundo de las frutas.

El valle del río Negro es un oasis en medio de la meseta patagónica. La geografía de la provincia posee lagos, montañas y bosques en el oeste, costas y acantilados en el este, pero el resto es casi todo planicie y jarilla. Grandes extensiones de estepa dedicadas a la ganadería ovina. Sin embargo, en la zona del río Negro, que corta el norte de la provincia, se fabricó desde el siglo XIX un verdadero oasis que hoy produce las, quizás, mejores manzanas del mundo.

Los viajeros foodies siguen entre copas por sidrerías y el postre lo buscan en fábricas de bocaditos de manzana y pera combinados con nueces, pasas de uvas y chocolate. Y, como Capital Nacional de la Manzana, el destino invita a conocer una plantación y hasta participar de la recolección, la selección y el empaque. Arrancar una de estas frutas directamente de un árbol, frotarla en la ropa como en la infancia y darle un mordisco encierra un placer inigualable, tanto como disfrutar de su fiesta nacional.

La estructura de la Ruta de la Manzana abarca tanto la exportación de la fruta, como sus derivados: jugos, vinos, sidras y champagne, y últimamente se ha desarrollo una interesante propuesta gastronómica teniendo como base la manzana.  También dentro de esta ruta están los frigoríficos y galpones de empaque, que comienzan sus tareas con la recolección o cosecha, a partir de la segunda quincena de enero, terminando a mediados de abril. Hay varios establecimientos que tienen excursiones o visitas guiadas para conocer las chacras, galpones de empaque, bodegas y sidreras que permiten observar y conocer todo el proceso productivo que termina con la exportación de la fruta o su almacenado en los frigoríficos.    

La pera, el tomate y la fruticultura en general también tienen sus festejos oficiales en esta provincia en la que no falta dulzura. Los visitantes notan esto en los colores del otoño y la primavera, en especial en la época de floración de los frutales, cuando el zumbido de las abejas polinizando las plantas musicaliza la postal de rosas, blancos y fucsias de las flores.

La ruta del vino de Río Negro

Aquí están las bodegas pioneras de la Patagonia siguiendo el curso del río más caudaloso de la región. El cultivo de la vid se perfila en la zona como una actividad de alta gama y resulta interesante ver cómo se combina la tradición productiva centenaria con las condiciones naturales excepcionales del lugar.

Los vinos que se degustan bajo el sol en este paraíso son en su mayoría orgánicos, sin ningún agroquímico; y también se destacan los que son base para espumantes, elaborados principalmente a partir de la cepa semillón. Variedades como pinot noir y merlot se suman a la partida gracias a su equilibrio entre el azúcar y la acidez que recuerda a los vinos europeos y esto puede aprenderse en un circuito guiado muy relajado. En medio de todo eso, se destacan las plantaciones de frutales, que desde hace más de un siglo sostienen en las localidades del Alto Valle una larga tradición vitivinícola hoy combinada con tecnología moderna. Malbec y viognier también se prueban aquí con la vista en el límpido horizonte patagónico, entre amigos o en pareja, y siempre con amenas charlas de por medio.

La Ruta del Vino de Río Negro propone caminatas por los viñedos, participar de la cosecha, conocer las chacras de frutales y disfrutar sabores únicos que hablan del espíritu emprendedor de los pobladores del lugar. Son bodegas equipadas y preparadas para recibir a los visitantes con museos, salones de eventos, almacenes de vinos y productos gourmet que aportan un valor agregado y ponen en valor el patrimonio histórico del territorio. La paleta se completa con restaurantes en donde maridar los elixires con gastronomía local y es allí cuando entran en acción prestigiosos chefs y más productos locales.

Principales destinos

General Roca o Cipolletti brindan alojamiento, pero también están involucradas en la producción y hay todo tipo de servicios turísticos en Fernández Oro, Allen, Villa Regina, Ingeniero Huergo y Cinco Saltos como también en Río Colorado y General Conesa.

La propuesta se sostiene todo el año (sobre todo en verano, época de la cosecha) y se complementa con excursiones ecológicas, turismo rural, agroturismo, paseos de aventura y observación de aves en ciudades en las que se disfruta de los ríos y, todo el año, de los frutos de un valle que emerge como un fantástico oasis en medio del desierto. Los viajeros descubren y se llevan los aromas, sabores y colores del terruño. Disfrutan la historia y comprenden el compromiso que los productores sienten por esta tierra.

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Imagen: rionegro.gov.ar

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