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La casa del Sol… Casapueblo Club Hotel

por Daniela Saez

La magia de Carlos Páez Vilaró fue la fuerza necesaria para moldear sobre los acantilados rocosos de Punta Ballena, Uruguay, Casapueblo. La levantó mirando a occidente para que cada atardecer el sol bese su cara e ilumine su espíritu en una especial ceremonia amarilla.

Ubicada en Punta Ballena donde el océano Atlántico se funde con el Río de la Plata, Casapueblo está enclavada a 13 km. de Punta del Este, y a 130 Km de Montevideo

El hotel cuenta con 72 apartamentos todos con vista al océano y con bellas terrazas desde las que se puede apreciar el mar y las magníficas puestas de sol.

Ninguna habitación se parece a la otra cuenta con suites y habitaciones dobles, apartamentos de 1 y 4 ambientes para 2 y máximo de 8 pasajeros, totalmente equipados, con televisión por cable, telefonía, kitchenettes o cocina completa, heladera y microondas. Todos con balcón o balcón-terraza.

Además el complejo brinda servicios de Internet Wi-fi gratuito en el SUM, lavandería, restaurante, bar, solárium, 2 piscinas y Gym & Health Club.

Podemos definir a Casapueblo como casa, hotel, museo y restaurante, todo merece visitarse. Lo que empezó siendo su atelier y morada se fue ampliando de manera artesanal en forma de laberinto y se convirtió en el Club Hotel Casapueblo.

¿Cómo comenzó esta obra?

Carlos Páez Vilaró se enamoró del sitio sobre el que luego levantaría Casapueblo. Aquel atardecer lo detuvo en Punta Ballena y al contemplarlo soñó con construir su casa en ese páramo, deseaba que todos pudieran contemplar la maravilla del lugar.

“Hola sol otra vez sin anunciarte llegas a visitarnos. Te veo llegar cada tarde como un aro de fuego, que jamás se detiene, que viene rodando a través de los años, puntual, infaltable, animando mi filosofía desde el día que soñé con levantar Casapueblo y puse entre las rocas mi primer ladrillo”

Tenía la genialidad de hacer de la nada algo. Compró un terreno al precio de una caja de cigarrillos por cada metro cuadrado, un total de treinta y seis mil, primero levanto un rancho de lata, luego una casa que denominó “La Pionera” y después empezó el proyecto de Casapueblo. Muchos pensaban que era una locura más de Carlos.

 “Hice mi casa a partir de un primer ladrillo, como un chico que va a la playa a hacer un castillo de arena.”

Casapueblo no fue hecha por una empresa constructora. Se fue haciendo paso a paso durante años.

Sin usar un plano para la construcción colgó de los acantilados mirando al occidente su lugar en el mundo al que siempre regresaba.

La obra comenzó en 1958 y llevo más de 40 años, le puso el cuerpo y el alma, la hizo con sus propias manos.

Tomó la arquitectura como si fuera una escultura, una escultura habitable. Hacía referencia a la habilidad del hornero.

“Le pido perdón a la arquitectura por la libertad de hornero que tuve en ese momento.”

Sin líneas rectas en su interior evoca en el color y por el sitio donde fue levantada a las construcciones moriscas y mediterráneas. 

Casapueblo tiene 13 pisos con terrazas, está hecha en forma escalonada  con cemento y estuco. 

Alguna vez dijo “mientras tenga un ladrillo cerca de mi mano Casapueblo no dejara de crecer”

Para Carlos, Casapueblo era un homenaje al sol y a la mujer. Es famosa, además, por su ceremonia de la puesta de sol.

Casapueblo fue, es y será uno de los grandes e imperdibles atractivos de la zona. 

Visitada por muchos turistas durante todo el año, que se pierden en sus salas contemplando pinturas, cerámicas, esculturas y ediciones literarias realizadas por el artista a lo largo de su vida.

Cada detalle tiene su sello desde los murales azules sobre las blancas paredes, las cerámicas, hasta los vitrales coloreados para filtrar la luz del sol en las cúpulas.

 Logró lo que quería “levantar una casa que se midiera con el vuelo de los pájaros”.

Línea tras línea “La Casa del Sol” se transformó en su “barco quieto e inmaculado trampolín para partir y al que siempre regreso”

La perfecta fusión del artista con su obra. En la cúpula principal está el alma de toda su creación, el espíritu creativo donde se soñaron y realizaron miles de proyectos, están sus pinceles, sus oleos, las espátulas, muchas obras, sus sahumerios, sus lentes, sus perfumes.

Carlos Páez Vilaró

Fue un gran hacedor, polifacético, escritor, pintor, escultor, un artista que experimento con todas las manifestaciones que pudo, con el cine, la música, la escultura la pintura, la poesía, el ensayo, con total libertad sin vergüenza ni prejuicios, sin miedo de probar. 

Arquitecto, poeta, pintor, escultor…fue un creador… un soñador. Un referente de la cultura.

“Estoy muy contento con lo que hago, eso me hace muy feliz, tengo proyectos que me hacen más joven y avanzo hacia el futuro desparramando colores para todos lados”

Anfitrión de lujo, vivió en plenitud y logro muchas de las cosas que quería hacer. Se fue físicamente en febrero de 2014 pero dejo la inmortalidad de su obra. 

 En Punta Ballena cada atardecer sucede la magia de la ceremonia del sol, se puede escuchar la voz del artista que desde una grabación relata su poema al sol.

 “Adiós sol mañana te espero otra vez, Casapueblo es tu casa por eso todos la llaman la casa del sol…el sol de mi vida de artista, el sol de mi soledad, es que me siento millonario en soles que guardo en la alcancía del horizonte”

Casapueblo es una escultura con vida propia, una verdadera obra de arte que sólo el alma de un artista como Carlos Páez Vilaró pudo realizar, un artista autodidacta, un viajero incansable.

Su obra en Argentina.

Deslumbra por su armoniosa integración con el paisaje circundante. Sus muros blancos y ondulantes se repiten en otras obras de Carlos como ser la Capilla Multicultos Los Cipreses y una casa en Tigre, Argentina.

Carlos Páez Vilaró en Argentina, Bengala, la Casapueblo de Tigre 

En Buenos Aires, en el Tigre, Carlos tenía su refugio en nuestro país, una casa que denomino Bengala.

Adquiere en la década de 1980 una casa prefabricada de fines de siglo XIX, una vieja casona isleña  con pilotes con gran parque, le recordaba sus “expediciones africanas y su vida en la Polinesia, donde había tenido talleres parecidos”.

 La antigua casa se recicló como atelier, edificándose a pocos metros Bengala como continuidad tigrense de la célebre Casapueblo de Punta Ballena

Le imprimió su particular estilo, reafirmando los conceptos de la arquitectura blanca. En 2011, Bengala fue declarada Patrimonio Cultural.

Lamentablemente la casa no se puede visitar, está cerrada al público. Se encuentra ubicada en la calle José Manuel Estrada 840, Tigre, Buenos Aires.

Capilla del Parque Privado Los Cipreses en San Isidro. 

Su arquitectura en nuestro país se reflejó en esta casa de Tigre y en la Capilla del Parque Privado Los Cipreses en San Isidro. 

La Capilla si se puede visitar y se las recomiendo. Es un templo multiculto, en él predominan las líneas curvas con una simbiosis de blancura y luz natural proveniente del exterior y tamizada en sus aberturas. 

Construyó la capilla manteniendo los conceptos vertidos en su residencia de Punta Ballena.

“La obra surge de la forma de dos manos apretando una oración, con torreones encuadrados en el paisaje y sus cúpulas abrazando el cielo”

Quiso que la capilla insinuara un nido de hornero y que los materiales fueran los más simples, desprovistos de lujo. Tiene hermosos vitrales.

Ubicación  Cementerio Parque Los Cipreses. Acceso a Tigre y calle Uruguay. 

En una entrevista le preguntaron a don Carlos Páez Vilaró si Casapueblo había sido su mejor obra, a lo que respondió:

-“No. La principal fue la capilla multicultos en el Cementerio Los Cipreses, de San Isidro. El mérito fue haber logrado vida en medio de la muerte. 

“En ella logré sumar todas las disciplinas que he intentado: hice vitrales, pintura, los pisos. Fue muy difícil. No es fácil para un hombre que quiere tanto la vida pintar para la muerte.”

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2 comentarios

Gabriela 17 septiembre, 2020 - 8:53 am

Impresionante historia de vida de un creador que dejó su impronta y demostró que con simpleza se logran grandes cosas. Buen dato lo de la casa Bengala no la conocía. Tarea para cuando se vuelva a la nueva normalidad. Gracias Dani como siempre

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Daniela Saez 18 septiembre, 2020 - 7:47 am

Hola Gabi! soy una fiel seguidora de su obra… su nombre lo escuché por primera vez en la casa de mis padres cuando era chica, tenían y aún conservan un jarrón de cerámica con su firma y desde mi niñez siempre me atrajo lo que hacía. Cuando puedas date una vuelta por la capilla y esperemos que en algún momento se pueda visitar Bengala, la casa del Tigre. Gracias por acompañarme cada semana! besos

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