Home Visit ArgentinaArgentina Cruce de los Andes – Travesía a la libertad.

Cruce de los Andes – Travesía a la libertad.

por Daniela Saez

Este es un viaje que queda tatuado en el alma, es andar por el regazo de la montaña haciendo Vivac en el presente. Es trazar el mapa de intensas emociones que afloran, abrazan, es hacer camino al andar sabiendo que todo aquel que se entrega a esta experiencia saldrá de ella modificado.

Emprender el cruce de los Andes es adentrarse en nuestro pasado,  resulta imposible no mencionar al  General José Francisco de San Martín como pionero de esta expedición.

Él, hace más de 200 años, heroicamente, atravesó estos inmensos montes luchando con las características del terreno, las pendientes pronunciadas, ascensos y descensos,  la intensidad del clima frío, el apunamiento, la falta de comida para sus hombres y pastos para los animales que acompañaban la cruzada, una verdadera hazaña. 

Unos 5000 hombres bajo su mando en 1817 partieron de Mendoza con mulas y caballos, un ejército dividido en seis columnas cruzando por pasos distintos. Vencieron las hostilidades de la naturaleza y al enemigo, intervinieron en varios combates para finalmente obtener la victoria en Chacabuco el 12 de febrero de 1817. Liberar Chile era el primer paso de un plan mayor…la libertad de todo un continente.

Podría contarles sobre las empresas que realizan este viaje y los detalles de cada una de ellas, los diferentes caminos y días de duración, de donde salen y a donde llegan, sobre equipos, comidas, servicios incluidos y demás generalidades, pero no, para eso en la web hay material, allí podrán explorar y resolver  inquietudes.

Me gusta salir a buscar historias, ¡qué mejor que quien vivió la experiencia hable desde las entrañas, abra su corazón y me cuente! 

Esta nota es de ellos, mi única fortuna es haberlos encontrado, comparto dos relatos en primera persona, profundos, escritos con el alma, que tan generosamente me regalaron. 

Deseo lo disfruten tanto como yo.

Diego Fernandez nos relata su experiencia:

“De familia mendocina, y abuelo sanmartiniano que fuera viejo explorador del Cerro Mercedario y acampante al pie del Aconcagua, nace mi fascinación casi mágica por la alta montaña. No es de extrañar entonces que entre sueños de aventura, sembrados por lecturas infantiles de Verne y otros tantos, me naciera esa espina incomoda (por suerte) de decir “tengo que hacer ese viaje algún día”.

Así comencé hace cuatro años a planificar mi cruce de Los Andes a caballo por una de las rutas sanmartinianas (fueron 6 en total las del gran estratega Don José, abarcando entonces un frente militar de avance de 2000 kilómetros de extensión), y que supiera hacer el Capitán Freire al mando de un puñado de hombres y saliendo de El Plumerillo en enero de 1817.

Recorrer estas rutas permite poner en valor símbolos y sitios históricos que todos debemos reconocer por el peso de su historia.

Con un grupo de 15 compañeros, 2 guías y un baqueano, salimos una mañana de enero con 17 caballos y tres mulas de carga, desde el Valle de Los Molles, dispuestos a no mirar atrás, perder la señal del celular durante 7 días (amo la desconexión), llevar nuestra propia comida, un teléfono satelital para eventuales emergencias, equipamiento de alta montaña y cargando por sobre todo ese inspirador desafío para transformar esos sueños en realidad recorriendo tierra mapuche.

Diego Fernandez – Cruce de los Andes para Elenviador por Daniela Saez

Desde el primer día con elección del caballo, el repaso de las medidas de seguridad, las clases de armado de montura y las anotaciones de la información del clima (tan imprevisible y esquivo a nuestros deseos), comenzamos a transitar los primeros kilómetros.

Penetrando el Valle de las Leñas rumbo al primer objetivo, el mágico Valle Hermoso, fuimos acostumbrándonos a lo que sería nuestra rutina diaria.

Cabalgata de 3 o 4 horas por la mañana, descanso y almuerzo frugal de un par de horas y nuevo tramo por la tarde de otras tantas, hasta encontrar la pirca o el recodo que nos abrazara para sentar campamento y preparar todo antes de la absoluta oscuridad que se aproxima. Pasar la noche a la intemperie, con bolsas de dormir que soportan grados bajo cero, es una de las joyas de este viaje.

Miles de estrellas en un cielo absolutamente limpio, con una luna que sale tardía y termina de iluminar picos de nieve eterna, es un evento maravilloso del cual estaré siempre agradecido.

La solidaridad de grupo es otra cara casi mística, por ejemplo para preparar la cocina de todos los días (pollo a la cacerola, chivito al asador, pizza a la parrilla y desayunos a mate, chocolate caliente y pan con dulce, entre otras delicias sin olvidar la bonanza de un buen tinto malargüino), para buscar leña o la más rica de las aguas de vertiente, para ayudar a cargar las alforjas o ajustar la cincha al caballo si se venía un tramo complicado.

Se repiten los fogones, la guitarra y los repertorios nocturnos, solo iluminados por el fuego o nuestras linternas mineras, y vestimenta térmica para descansar sobre el suelo árido.

Cruzamos arroyos y ríos con respeto a la naturaleza, en silencio caminos de cornisa, siempre en fila uno detrás de otro y hablando de a ratos de los colores de las laderas, de los espinillos que combatíamos con las polainas de cuero y de la bella añañuca de la cordillera.

El ansiado asalto final al sexto día llega desde muy temprano, un ascenso para tener todos los sentidos en alerta y llegar al mojón del límite con Chile como premio merecido de nuestro esfuerzo.

Me puse en la tarea previa de hacer la montura más liviana dejando pertenencias en el campamento base, para facilitarle la enorme tarea a Toto, el tobiano de carácter áspero que me tocó en suerte montar.

Emoción de esas que te obliga a lagrimear cuando haces cumbre, con un viento que no fue invitado pero está, y al lado del imponente cerro Santa Elena que te recuerda quien manda por esos lares. Volví a acomodarme el sombrero, los lentes protectores, el pañuelo de cuello y los guantes para encarar un difícil descenso, habiendo dejado un pedazo de nosotros en aquel lugar.

Como epílogo y desde la necesidad más entrañable, pude llevar finalmente las cenizas de mi abuelo a que descansen en aquellos parajes, que supo también recorrer con el mismo amor que yo lo hice. El Pipa, así le decíamos por su inquebrantable compañera para el tabaco Virginia, frecuenta ahora todas las tardes, las alturas de los cóndores que alguna vez supimos ver juntos, sentados en alguna piedra…

Vayan mis respetos a Jano (arriero de mulas y gran asador), a Gustavo y Ramón (nuestros guías y padres sustitutos por unos días) y a Gaspar Rojas de GR Turismo Aventura y el Hostel Pehuenche por su enrome hospitalidad, y su complicidad en la búsqueda de nuestra felicidad.”

Silvia Consoni y Eduardo Mahiques
Tenían un sueño y lo concretaron, aquí su relato:

Y llegó el final del sueño. Lo que vivimos durante esa semana fue algo imposible de describir exactamente. ¿Cómo transmitir lo inexplicable?.. ¿Cómo relatar lo vivido intensamente?… 

Todo comenzó como una aventura… Desandar el camino de nuestro héroe máximo, San Martín, cuando se cumplían 200 años de su hazaña… Un homenaje en el tiempo…

Elegimos la ruta Capitán Lemos, por el Paso Piuquenes, a 4030 msnm porque se podía realizar a pie o a caballo. Por ella regresó San Martín al finalizar su campaña libertadora.

Agradecemos infinitamente a Dios el habernos regalado esa posibilidad de compartir seis días con diecisiete  aventureros excepcionales de distintos lugares del país, incluidos unos increíbles guías que compartieron todo con nosotros.

Un equipazo de Tunuyán, ¨Solo Montañas¨, guió nuestro recorrido y nos ayudó a lograr nuestro objetivo alentándonos a cada instante, cocinando maravillosamente para que tuviésemos las fuerzas físicas necesarias, cargando nuestras mochilas en algunos ratos de flaquezas para alivianar el camino…Sin ellos no hubiese sido posible!

Desde el primer día en la ciudad de Tunuyán, donde entablamos relación con nuestros futuros compañeros de ruta, con quienes nos conocimos y comenzamos a compartir experiencias anteriores, todo fue emoción…cinco días en la montaña disfrutando de paisajes y lugares increíbles.  

Primero conocer la “Reserva Natural y Cultural Manzano Histórico”, el lugar al que llegó San Martín de regreso a la Patria. Luego el Refugio Dr. Scaravelli donde comenzamos a aclimatarnos a la altura. Al día siguiente el Portillo Argentino a 4340 msnm, lugar donde se produjo el histórico encuentro entre San Martín y Olazabal en febrero de 1823, cuando nuestro prócer regresaba sin  fuerzas desde Guayaquil.

A partir de allí pura caminata hasta el final del recorrido en el país vecino!

El Mesón de San Juan frente a nosotros con su glaciar… Imponente!! Alturas inmensurables, un cielo límpido, totalmente azul, soñado…  Cruzar el arroyo de la Olla y entrar en un paisaje más llano y con rala vegetación. Observar el Cerro Castillo del Marmolejo, el Valle y la Quebrada del Tunuyán, el Rio Palomares. Un largo e interminable descenso hasta el Refugio Real de la Cruz, surcado por el arroyo de la Olla. 

Hermosísima caminata hasta la Lagunita de los Patos. Compartir con los gendarmes el izamiento y el arrío de la bandera sólo con imponentes montañas y el cielo azul como escenografía. Valle del  Palomares hasta llegar al Caletón con su cielo límpido pleno de estrellas. Empinado (e interminable!) ascenso de tres horas hasta el Hito del Paso de los Piuquenes…Llegamos al límite con Chile!! Una emoción incontrolable. Todo llanto y abrazos! No terminábamos de agradecer tantos regalos de Dios!!

Cantar nuestro Himno extendiendo la celeste y blanca sólo acompañados por los picos nevados y el cielo sin una nube no tiene descripción posible! 

Desde allí el pronunciado descenso hasta cruzar el torrentoso río Plomo y la llegada a las Termas.

Nos estaban esperando con una combi para emprender el regreso luego de un brindis interminable. Lo habíamos logrado!! 

Compartimos cansancio, apunamiento, risas,  largas mateadas, comidas, interminables charlas, cantos y guitarreadas…. Mirábamos a nuestro alrededor y no creíamos lo que estábamos viviendo… Todo fue novedad desde el primer momento, emoción, agradecimiento por vivir esos días en la montaña, admiración y gratitud infinita para un enorme San Martín por haber realizado ese difícil camino 200 años atrás, esa PROEZA, sin tecnología para las comunicaciones, para el equipamiento, para el sustento, para nada…, Más Grande aún, después de haber desandado su huella.

El Cruce desde Tunuyán hasta las Termas del Plomo en Chile es alucinante! Caminando o a caballo. Ojalá hayamos podido transmitir un poco de la emoción que sentimos…



Quedarán huellas imborrables en la memoria de Silvia, Eduardo y Diego, cielos infinitos, la inmensidad de la montaña, nuestra pequeñez  y la satisfacción única de haber realizado esta aventura.

Sólo resta despedirme diciendo “Seamos libres y lo demás no importa nada”.

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10 comentarios

Gabriela 27 julio, 2020 - 9:47 pm

Excelente, hermosas historias que emocionan!!! Recuerdo el Manzano histórico lugar hermoso donde pasé 15 días inolvidables con buenos amigos. Felicitaciones !!!!!

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Daniela Saez 27 julio, 2020 - 9:51 pm

Muchas Gracias Gabriela! Me alegra haberte hecho recordar momentos compartidos con amigos en tan increíble lugar!

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Paula 28 julio, 2020 - 7:54 am

Hermosa nota. Nos transporta a lugares a conocer

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Daniela Saez 28 julio, 2020 - 9:19 am

Gracias Paula! A inspirarse y volver a viajar cuando podamos!

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Jime 28 julio, 2020 - 9:14 am

Hermosas nota! Hermosos relatos… una manera diferente de vivir la experiencia.

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Daniela Saez 28 julio, 2020 - 9:18 am

????????????gracias! Experiencia inolvidable para todo aquel que la transita!

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Marcela 28 julio, 2020 - 9:21 am

Me encantó!!! Como siempre que leo tus notas, Daniela, me emociono. Tu manera de describir los lugares y transmitir sentimientos es única. Los dos relatos son apasionantes, llevar las cenizas del abuelo, cantar el himno bajo ese cielo y con nuestra bandera flameando debe haber tenido que dejar huellas en sus corazones además de toda esa experiencia única que es cruzar los Andes. Y recordar al General San Martin! Un héroe de nuestra historia! Muchas gracias!!! Esperamos más pronto!

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Daniela Saez 28 julio, 2020 - 9:25 am

La nota es de los que amablemente me abrieron el corazón y me contaron la experiencia! Todos nos emocionamos! Gracias por acompañarme y leerme siempre! Abrazo enorme!

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Andrea 28 julio, 2020 - 8:35 pm

Excelente Nota!!! Tiene todo lo que debe tener! Histprias de vida, geografía, narrativa correcta para comprender la descripción en todas sus dimensiones!
La escritora, más que hacer lo que puede, Puede más que lo que cree!
Maravilloso viaje a través de sus palabras! Gracias

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Daniela Saez 28 julio, 2020 - 9:00 pm

Gracias Andrea! Intento abarcar todo lo que decís! Las historias de vida ricas y las experiencias tan movilizadoras son las que te hacen más fácil la escritura!

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