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Samaná: El paraíso dominicano.

por Lucy Sanzio

Adentrándose al mar desde la costa noreste de República Dominicana, paraíso natural, es tan codiciada hoy como lo era en el siglo XVI. Los piratas utilizaban sus bosques de palmeras, playas aisladas y cuevas como escondites, mientras que las tropas europeas se disputaban las aguas de su bahía.

Hoy en día, Samaná, sigue siendo el paradisíaco y remoto escape de playas salvajes, plantaciones de cocos y selvas tropicales de República Dominicana. Sus montañas y valles forman los ríos que desembocan en el Atlántico mientras se precipitan hacia brillantes playas de arena blanca que se extienden alrededor de toda la la costa.

El verde más exuberante

Se disfruta de este corazón verde en lugares tan mágicos como el Salto del Limón, una cascada de algo más de 40 metros de altura adonde se llega mediante a pie o a caballo gracias a empresas como las de Parada La Manzana.

Su bahía, de unos 13 kilómetros en su punto más ancho, se delimita por el Parque Nacional de los Haitises y la Reserva de la Biosfera por la UNESCO con una extensión de 1.600 km2. Este lugar impacta por sus numerosos islotes, que se conocen como mogotes, y hacia el interior, por una característica cordillera con elevaciones, completamente cubiertas de vegetación y que llegan a alcanzar los 40 metros de altura.

Parque Nacional de los Haitises. Fotografía gentileza y propiedad del Ministerio de Turismo de República Dominicana.

Son el hogar de nutridas colonias de aves, como pelícanos, fragatas y gavilanes de La Hispaniola pero también de manglares y de unas 80 cuevas, algunas de las cuales fueron usadas por los taínos, los antiguos y desaparecidos pobladores de la isla de La Hispaniola, como santuarios para sus cultos rituales.

Cayo Levantado

En plena bahía de Samaná está también Cayo Levantado, un pequeño islote donde se encuentra uno de los mejores hoteles del grupo Bahía Príncipe, junto a una playa de auténtico ensueño.

También conocida como la Isla Bacardí debido a un comercial de ron filmado en la década de 1970, la pequeña y pintoresca isla de Cayo Levantado se encuentra a sólo cinco kilómetros de la Bahía de Samaná, y cuenta con brillante arena blanca y playas bordeadas de palmeras. Cada día, salen pequeños botes-taxi desde el puerto de Samaná, en la Avenida Marina, que llevan a los visitantes a esta pequeña isla.

Se puede pasar el día nadando, tomando el sol, navegando en kayak o haciendo paddle boarding, y disfrutando de pescado fresco en el lado público de Cayo Levantado.

Cayo Levantado. Fotografía gentileza y propiedad del Ministerio de Turismo de República Dominicana.

Santa Bárbara de Samaná

A escasos minutos de navegación de Cayo Levantado se encuentra el municipio de referencia de la península: Santa Bárbara de Samaná, o simplemente Samaná, capital de la región administrativa y ciudad rebosante de color.

Aquí viven muchos descendientes de esclavos libertos llegados desde Filadelfia en el siglo XIX. Ellos son los responsables del culto de una iglesia adventista, que es el único edificio histórico que sobrevivió al gran incendio de 1946.

Pero también habitan en Samaná numerosos descendientes de los colonizadores españoles y europeos, además de muchísimos haitianos, que han llegado hasta aquí huyendo de las miserias del vecino país.

Por las calles de la ciudad y su perfil costero se puede ver a estos últimos realizando las actividades más diversas (desde la pesca a la venta ambulante o, simplemente, transportando mercancías entre un punto y otro de la localidad), mientras se comunican con sus compatriotas en créol, esa lengua criolla que intercambia palabras de orígenes africano y francés.

Santa Bárbara de Samaná

Las ballenas también eligen Samaná

En la visita al que, sin duda, es el barrio más agradable de Santa Bárbara, el paseo marítimo, llaman la atención varias construcciones de cemento que se elevan encima de la calzada peatonal. Se trata miradores levantados expresamente para el avistamiento de cetáceos.

Cada año, entre los meses de enero y marzo, llegan hasta las aguas de la bahía miles de ballenas jorobadas para su apareamiento y el alumbramiento de sus crías. Un espectáculo único en el mundo por la concentración de estos enormes animales en tan reducido espacio y que atrae a miles de visitantes extranjeros.

Lo cierto es que la bahía de Samaná es un auténtico santuario de cetáceos y, al margen de la temporada de ballenas jorobadas, resulta relativamente fácil avistar colonias de delfines de diversas especies. Aunque, para eso, mejor a bordo de alguno de las lanchas y barquitos que realizan excursiones por la bahía, incluida la ruta hacia Los Haitises.

Ballenas Jorobadas. Fotografía gentileza y propiedad del Ministerio de Turismo de República Dominicana.

Coco, coco y más coco

Una de las particularidades de la gastronomía local es el uso del coco en forma de aceite, leche, pulpa en las más diversas preparaciones: por ejemplo, el delicioso pescado con coco.

El gusto de los samaneses por el coco explica el hecho de que la península sea una de las principales productoras de este fruto en todo el planeta. De hecho, las plantaciones de cocoteros son una de las más llamativas sorpresas paisajísticas que depara la región.

El coco es también el ingrediente diferenciador del pan que elabora la familia propietaria de D’Vieja. La vieja en cuestión era Albertina de Peña, recientemente fallecida, que heredó de su madre la costumbre de cocinar pan inglés. Una tradición que, a su vez, trajeron hasta Samaná los esclavos libertos procedentes de Estados Unidos. 

Pero si hay un producto gastronómico samanés de renombre en todo el país son los camarones (gambas) de Sánchez. Frente a las costas de este pueblo pesquero se capturan los crustáceos de rosada carne y jugoso sabor que forman parte de numerosos platos locales.

Probar alguno de estos platos (o varios) es una forma inmejorable de llevarse un buen e inolvidable sabor de boca de la visita a Samaná. Como decíamos, uno de los lugares más sorprendentes (y gratificantes) de la República Dominicana.

Pescado al coco

Las fotos que ilustran la nota son gentileza y propiedad del Ministerio de Turismo de República Dominicana.

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