Para los viajeros inquietos que no se conforman con mirar y sacarse la sefie en los sitios indicados en los mapas turísticos, quizá resulte un desafío visitar lugares emblemáticos como la Torre Eiffel o el Rockefeller Center y ver un poquito más allá de lo obvio. La recompensa es, por ejemplo, encontrar lugares secretos escondidos en monumentos famosos.
Te proponemos un recorrido por Nueva York, Londres, París, Milán y Fiumicino pero con el objetivo de sorprenderte con detalles o espacios no tan evidentes. Allá vamos.
Apartamento de Gustave Eiffel en su mítica torre (París, Francia)
Son incontables las personas que han visitado la Torre Eiffel de París desde que fue inaugurada en 1889. ¿Pero sabías que su creador había incluido un apartamento en su cima? La mayoría de los locales y visitantes desconocían su existencia hasta que en los últimos tiempos fue abierto al público.
Decorado con elegancia, el espacio se mantiene prácticamente intacto. Se pueden apreciar muebles de madera tallada, pinturas al óleo y hasta un piano de cola. Se cuenta que Gustave Eiffel lo utilizaba “para el entretenimiento y la reflexión”. Y que se negaba a venderlo pese a las generosas ofertas que recibía.
La comisaría de policía más pequeña (Londres, Reino Unido)
Ubicada en la esquina sureste de la famosa Trafalgar Square, hay una farola que no llama particularmente la atención. Pero si te fijas bien, verás que en su base tiene una puerta, y detrás de ella hay un habitáculo para ser ocupado, como mucho, por dos personas. Pues allí funcionó, durante más de 30 años, la que quizá sea la comisaría más diminuta del mundo.
Se instaló durante la gran depresión de 1929 con el objeto de controlar las revueltas y manifestaciones que ocurrían en este emblemático espacio público londinense. Contaba con un teléfono con línea directa con Scotland Yard para pedir refuerzos si la cosa pasaba a mayores. E incluso se usaba como calabozo para encerrar a algún borracho alborotador.
Pabellón Real en estación central de trenes (Milán, Italia)
Inaugurada en 1931, la estación de trenes Central de Milán es una de las más grandes y bonitas de toda Europa, con su mezcla de estilos en los que sobresalen el Art Nouveau y el Art Decó. Pero lo que gran parte de las personas que la transitan a diario no saben, es que detrás de una serie de puertas cerradas se encuentra el espacio más lujoso del edificio.
Este lugar fue diseñado como sala de espera para la familia real. Y aunque ya no hay monarquía en Italia, el pabellón real puede ser visitado para admirar su restaurado esplendor dotado de finos muebles, decoraciones de mármol y bellos mosaicos.
Compartimento en la estatua de Leonardo da Vinci (Fiumicino, Italia)
Desde 1960, cuando llegas al aeropuerto de Fiumicino, en Roma, te recibe una inmensa estatua de Leonardo da Vinci. Pero fue en 2006 cuando se descubrió que esta mole de bronce tenía en su mitad un pequeño compartimento en el que se encontraron, además, dos pergaminos. Se supone que fueron guardados allí por el autor de la escultura, el búlgaro Assen Peikov.
Uno de ellos narra la historia de la zona y está escrito en latín. El otro es un listado de las personalidades que acudieron a la inauguración de la monumental obra. Así que si pasas por el lugar y observas a algunas personas mirando con binoculares la estatua, ya sabes lo que están buscando.
Apartamento en el Radio City Music Hall (Nueva York, EE.UU.)
Una parada imposible de soslayar en la llamada capital del mundo es el Rockefeller Center. Allí se encuentra, por ejemplo, el mítico teatro Radio City Music Hall, un gran exponente del Art Decó inaugurado en 1932.
Pero este sitio, por donde han pasado y pasan miles de artistas, también cuenta con un lujoso apartamento que fue construido para su creador, el empresario teatral Samuel “Roxy” Rothafel. Tras su muerte, ocurrida en 1936, este espacio privado quedó deshabitado pero en perfectas condiciones. Por eso hoy es otro de los lugares secretos escondidos en monumentos famosos que puedes conocer.
Club de tenis en la Estación Grand Central (Nueva York, EE.UU.)
Quien quiera presumir de conocer Nueva York, no debería dejar de visitar su estación central de trenes. Inaugurada en 1913, esta verdadera joya arquitectónica esconde más de un secreto, aún para la inmensa cantidad de pasajeros que a diario la transitan.
Uno de ellos es que en el cuarto piso está el Vanderbilt Tennis Club, sin duda, uno de los lugares más originales donde practicar este deporte en la ciudad. Abierto para todo aquel que esté dispuesto a pagar una tarifa de entre 200 y 280 dólares la hora, el club se jacta, y no es para menos, de contar con magníficas vistas del centro de Manhattan a través de las ventanas de arco del bello edificio en que se encuentra.